Es de celebrar los 50 años de publicación que lleva a sus espaldas el espectacular
Spider-Man, pero no debemos olvidarnos de otro ilustre de
Marvel, tan de moda ahora por la película
The Avengers,
que este año también ve como ha pasado medio siglo desde su primara
aparición en las páginas impresas. Hagamos un poco de historia en
conmemoración.
El increíble Hulk (
La masa para los más veteranos del lugar)
cumple 50 años y lo hace con fama remozada por ese taquillazo llamado Los vengadores (2012), con
Mark Ruffalo como el tercer alter ego de
Hulk en el cine -después de
Eric Bana y
Edward Norton. Otra confirmación del cambio como constante en la historia de un personaje que partió como un híbrido entre
Dr. Jekyll/Mr. Hyde y el monstruo de
Frankenstein,
pero que en el camino mutó en algo más grande: una alegoría de esa
personalidad oculta en todo ser humano y que a cada tanto aflora con
inesperadas consecuencias, el
Hulk que llevamos dentro.
Stan Lee y
Jack Kirby modelaron un personaje en
eterna guerra contra un mundo que le temía. Trataron de hacerlo atípico,
bizarro, siempre desmemoriado, un troglodita de pantalones rotos y con
algo de homenaje a los monstruos de las viejas películas
Universal, pero el público no enganchó de inmediato y
The Incredible Hulk se canceló al año.
El paso del
coloso esmeralda a la colección de
Los Vengadores fue un intento por acercarlo al mundo superheróico antes de hacerlo retomar su rumbo en solitario.
Hulk
se hizo entonces un personaje popular entre los universitarios
norteamericanos de mediados de los 60. Hostigado en su historieta por
los militares comandados por el obsesivo
general Ross,
se convertía en ícono contracultural, en otro rebelde emblemático de esos años. La revista
Rolling Stone se hacía eco de esa simpatía en 1971,
con The Hulk en portada, como símbolo del fenómeno Marvel Comics.
El Increíble Hulk luchaba contra supervillanos y extraterrestres, lo destrozaba todo a su paso y su desventura revelaba a
Bruce Banner como un sujeto atormentado, abandonado por su novia, con su historial de hombre de ciencias por os suelos, convertido en paria.
En los 90 el guionista
Peter David recuperó al viejo Hulk gris (recordemos que en origen, era de este color) y lo convirtió en
Mr. Fixit, un monstruo inteligente, que se vestía como mafioso, vivía en
Las Vegas y portaba pistolas. El escritor exploró los traumas de
Banner, su infancia con violencia intrafamiliar y de ahí construyó un
Hulk que cambiaba de personalidad: introvertido, cínico, bestial, civilizado.
Karl Gustav Jung hubiese amado al personaje. Se
trata de las diversas formas de la personalidad de un ser humano,
exponiendo todas las cosas que puede ser. Jung pensaría que este personaje es muy saludable.
Decía el malogrado
Bill Bixby, protagonista de la exitosa serie de TV de los 70 encarnando a la parte humana del personaje.
Hulk sufrió otro imprevisto para llegar a la pequeña pantalla:
el capricho de un productor al que el nombre Bruce Banner le sonaba demasiado gay (?????????). Así lo contó
Lou Ferrigno, el culturista que seguía los pasos del rebautizado doctor
David Banner.
Después del filme de
Ang Lee (The Hulk, 2003) y del de
Louis Leterrier (The Incredible Hulk, 2008),
Guillermo del Toro
produce una nueva serie de TV para 2013, cuyas posibilidades de ver la
luz se han visto renovadas debido al exitazo de la mencionada cinta
coral de
Joss Whedon.
Parece que hay Hulk para rato, y uno solo puede alegrarse y decir aquello de
¡Hulk Smash!