Un inmenso continente sin explorar aguarda a todo aquel que quiera
salir de la historia convencional y conocida de los videojuegos para
adentrarse en busca de las joyas secretas del medio. Juegos, consolas y
hasta géneros completos esperan la mirada del aventurero para ser
revelados al mundo, como las tierras incógnitas buscadas por los
exploradores de antaño que anhelaban llenar los lugares en blanco del
mapamundi.
Esta sección es para los conocedores, los nostálgicos, los
gourmands,
aquellos que han adquirido un gusto ecléctico por los videojuegos y su
historia, por las consolas olvidadas, los juegos perdidos, las obras
maestras ocultas, las piezas únicas, las curiosidades y las rarezas del
medio. Cierto es que no todos los juegos que reseñaremos aquí serán
siempre obras maestras, o resultarán siquiera jugables para los gustos
modernos (siempre distinguiremos con una recomendación aquellos juegos
que vale la pena disfrutar), pero ninguno de ellos será olvidable o
carente de interés: todos forman parte de la memoria de los videojuegos,
pero por distintos motivos.
Nuestro material es immenso, no sólo en cantidad, sino en importancia. Por ejemplo, dentro de los juegos de consolas y
arcade,
una gran parte sólo ha podido ser disfrutada por los jugadores
japoneses. Algunos de los juegos más recordados nunca vieron la luz en
América: diferencias culturales, de formato, malos prospectos
comerciales y la simple falta de tiempo impidieron localizar la
totalidad de los catálogos de muchas consolas. Y lejos de constituir la
peor parte, una buena parte de los juegos que jamás vieron la luz aquí
son obras queridas, recordadas o al menos notables, a las que sólo la
casualidad, la mala suerte y los malententidos impidieron pasar a ser
parte de nuestra memoria.
Esta nueva sección quincenal de Atomix busca suplir dichas omisiones,
curar esa amnesia y explorar esos niveles perdidos. La labor no será
fácil: aparte de la dificultad de encontrarlas, diferencias idiomáticas,
de formato y la no pocas veces alta dificultad de estas obras se
interponen entre ellas y nuestro público. Pero son dificultades
necesarias para el reseñista, explorador y hasta antropólogo de estas
tierras incógnitas. Deseamos a nuestros lectores un buen viaje, y
esperamos que éste no sea exento, si no de revelaciones, por lo menos de
magias parciales que permitan disfrutar el camino.
NIVEL 1-1
MR. GIMMICK!
(ギミック! Gimikku!)
Famicom
Authentic Entertainment / Sunsoft, 1992
OBRA MAESTRA que podría ser confundida a primera vista como parte del
aluvión de juegos de plataformas genéricos que plagaron el Famicom.
Mr. Gimmick!
es en realidad el canto de cisne del género en su época dorada y el
mejor ejemplo de cómo las visiones únicas y el detalle son el corazón de
los buenos videojuegos en todas las épocas.
A diferencia de las consolas modernas, el Famicom comprende dentro de
sí varias “generaciones” o ciclos, por así decirlo. La diferencia entre
juegos como
Kung-Fu y
Mario 3 son abismales, y la
razón reside en que en aquellos tiempos los cartuchos podían suplementar
al hardware a través de chips añadidos para mejorar el sonido y la
capacidad gráfica.
Gimmick! es notorio por haber incluído dos
chips: el Sunsoft FME-7 para mejoras gráficas, y el AY-3-8910 para
sonido. El resultado es un juego que no parece de Famicom, con un alto
nivel de detalle y una banda sonora increíble, con una variedad insólita
de instrumentos y efectos entremezclados (Véase:
Music I Like #23: Mr. Gimmick! – Sophia). Por supuesto, el lado negativo de todo esto es que el juego resultaba demasiado caro de manufacturar, lo que impidió un
release
americano del mismo. Sin embargo, aparte de Japón el juego apareció en
Escandinavia en una versión PAL que rebajaba la notoria dificultad del
original con más vidas y
continues.
Visual y conceptualmente
Gimmick! pertenece a la estética
kawaii japonesa, con adorables seres de migajón y aventuras en mundos de
sueños infantiles. Todo esto podría llevarnos a confundir
Gimmick!
con otros juegos similares (Kirby es el mejor ejemplo), experiencias
disfrutables y relajadas, de baja dificultad. Nada más lejos de ello:
Gimmick! posee un nivel de reto tremendo, y la mayoría de los jugadores jamás verán el final.
La trama es simple: una niña recibe como regalo de cumpleaños un
muñeco (el propio Gimmick o Yumetarō en Japón) y pronto se olvida de sus
demás juguetes quienes, movidos por la envidia, secuestran a la niña y
la retienen cautiva en su mundo. La misión de Gimmick es buscarla a
través de 6 niveles (más uno secreto). La manera de jugar también es
sencilla: Gimmick es capaz de crear estrellas y arrojarlas al suelo para
dañar a los enemigos. Dependiendo de la altura, las estrellas pueden
rebotar en distintos ángulos para alcanzar lugares lejanos o ser más
rápidas. Asimismo, es posible subir a las estrellas para alcanzar otros
lugares, movimiento que es la clave para pasar el juego. La simplicidad
de esa mecánica pronto da paso a una enorme variedad y reto, pues muchos
de los niveles y enemigos requieren bastante ingenio y habilidad por
parte del jugador para ser superados. Encima de eso, la inteligencia de
los enemigos es notoria: el equivalente de los goombas en el juego no
son robots sin alma que cumplen un ciclo lineal y repetitivo, sino que
localizan al héroe, se unen en bandas y lo persigue por toda la escena,
todo esto sin dejar de hacer pequeños gestos y brincos como si realmente
fueran una pequeña
troupe cómica y furiosa.
Al principio el juego tiene una dificultad baja pero pronto se vuelve
tremendamente exigente y en los últimos tramos exige una notable
habilidad por parte del jugador, como todo juego de Famicom que se dé a
respetar. Por si lo anterior no fuera suficiente, para ver el final
verdadero el jugador debe recuperar un tesoro escondido en cada nivel:
al principio los tesoros están en lugares obvios y sin complicación,
pero a partir del cuarto nivel el jugador debe tener un dominio completo
de los movimientos de Gimmick para poder obtenerlos. Aunque siendo un
platformer no tiene la veloz dificultad brutal estilo
arcade de otros juegos de la época,
Gimmick! es un juego duro que obliga a sus jugadores a tomar el control varias veces para poder terminarlo.
¿Por qué decimos que
Gimmick! es una obra maestra olvidada? Como hemos mencionado anteriormente,
Gimmick!
es lo contrario de un juego genérico. A diferencia de otros juegos de
la época, construidos por variaciones de módulos repetitivos, cada nivel
de
Gimmick! es único tanto en diseño como en obstáculos y
enemigos: abundan los que sólo aparecen en un sólo nivel con una
mecánica de ataque definida y distinta y un diseño propio, sin
“recolorings”. En realidad, todo en
Gimmick! es único, y muchas
veces las cosas sólo están allí para mejorar la experiencia del
jugador, darle atmósfera y variedad. Algunas criaturas realmente no
atacan y juegan contigo, persiguiendo juguetonamente las estrellas que
arroja Gimmick; otros son enemigos con patrones complejos de ataque y
defensa que requieren astucia y habilidad para acabar con ellos. Los
jefes, en particular, son bastante difíciles y ninguno de ellos
traiciona la variedad y cuidado del resto del juego (el juego del nivel
5, el mundo robótico, es una pesadilla mecánica más dura de mondar que
un Metal Gear).
Gimmick! es experto en romper las expectativas del jugador:
no hay una sola sección repetida, ni un sólo jefe o enemigo “mejorado”
que denote pereza o falta de imaginación por parte de los
desarrolladores. Los seis niveles principales son totalmente diferentes
entre ellos y cada uno de ellos tiene subsecciones con atmósferas y
ritmos distintos:
Gimmick! es detallista y emotivo como la
imaginación infantil que pretende emular. Así, el último nivel, secreto,
es una ruptura total con el resto: representa un templo en el cielo
(muy
à la Miyazaki), un paseo contemplativo entre ruinas y fuentes antiguas antes del difícil jefe final.
Reminiscente de los excelentes seriales y animes infantiles de la época,
Gimmick!
ofrece al conocedor la satisfacción de experimentar uno de los
platformers más sólidos del Famicom, sólo a la zaga de Mario y quizá
poco más. Si bien Mario es más ambicioso en extensión, magia, carácter
icónico y riqueza,
Gimmick! no le pide nada en ejecución,
originalidad, detalle, variedad y cuidado, y es quizá el platformer de
Famicom que más conscientemente busca ser una pieza de lujo, una obra de
culto, de
videogame art. Resultará especialmente satisfactorio para el conocedor que pueda apreciar su carácter único y su inigualable factura.
Para los que quieran conseguir este juego, se recomienda ser
cuidadosos a la hora de revisar formatos: la versión escandinava sólo
funciona en PAL y puede tener problemas de velocidad, gráficos y sonido
en NTSC, mientras que la japonesa es más difícil, con muchas menos vidas
y
continues. Hay un
release más fácil de conseguir en la
Sunsoft Memorial Collection Vol. 6
para el PS1, aunque con problemas de sonido. Asimismo, para los
puristas con gran presupuesto hay cartuchos de reproducción (bastante
caros debido a los problemas mencionados) en esta
dirección.
Nuestra clasificación:
Juego de culto
Recomendado